Esto es un almacén, un repositorio, de los pequeños relatos que voy escribiendo y están más o menos terminados. Algunos están presentados a concursos, e incluso he llegado a finalista, por ahora sólo dos veces. Otros son inéditos. Se que no soy un gran escritor, más quisiera yo, pero sólo caminando se hace el camino. Espero que gusten .
Tenía nueve años cuando de un par de patadas se rompió la puerta y entraron tres personas, más o menos uniformadas. No recuerdo los colores ni el bando al que pertenecían, daba igual. La guerra se movía por la sierra y unas veces el pueblo era zona roja y otras nacional. Nuestra casucha tenía un pequeño huerto y un corral para las ovejas. Las ovejas duraron hasta el primer envite de los soldados. El huerto aguantó y nos mantuvo con vida los primeros años de la guerra, pero entre unos y otros: militares, paramilitares, milicianos y mal encarados, disfrazados de militar con armas auténticas, acabaron con el huerto, con lo plantado y lo recogido. Esa noche además, se llevaron a mi padre. Me quedé solo. Sólo cuando ya se habían ido, me atreví a llorar y gritar hasta que el dolor físico superó el del alma. Recogí los restos de la puerta y las usé para hacer el fuego y cocinar mi última cena. Tenía escondidas dos cebollas que asé muy despacito y me comí hasta lo quemado. Al amanecer, entr